Analizan desde el Blog Castigado Contra la Pared, parte de los problemas de la administración local en España.En parte es innegable que no le falta razón. Pero el que suscribe no puede estar del todo de acuerdo con las causas que esgrime.
En primer lugar, porque esencialmente que un ayuntamiento este endeudado, no es malo. Digo esencialmente, porque si se cumplen los requisitos a rajatabla de no endeudarse por encima de la capacidad financiera, que no es otra que la cuantía de los ingresos ordinarios, queda margen suficiente para que en caso de crisis, exista margen de maniobra más que suficiente.
Por lo tanto, si se cumple con esa máxima de no endeudarse por encima de las posibilidades de ingreso ordinario chapeau.
En segundo lugar, porque el deber de control no corresponde únicamente a la propia entidad local. En Navarra es responsabilidad del Gobierno de Navarra su control. Otra cosa es que las actas de los plenos se revisen como corregía aquel profesor de primaria. Lanzarlos en el baño, y los que entren en la bañera se miran con lupa, el resto aprobados. No es serio…
En tercer lugar, porque las normativas urbanísticas propiciadas fundamentalmente por las Administraciones de las Comunidades Autónomas han impulsado crecimientos desorbitados con imputaciones de dotaciones más que dudosas. Me explicaré. Dentro del desarrollo de planeamiento de nuevas unidades, estas deben correr con la aportación de los terrenos y a veces la construcción de nuevas dotaciones. Este sistema se ha pervertido de tal forma que para conseguir nuevas dotaciones gratis para la administración se provocan recalificaciones desmedidas. Véase el PSIS del tren de Alta Velocidad paralizado por un abogado de Pamplona.
Es decir, para no tener que comprar el suelo de una estación de tren recalificamos una barbaridad de terrenos.
Resulta evidente que la tentación de asumir ese incremento de ingresos para dedicarlos a gasto corriente, incrementándolo, vence muchas voluntades. Y ahí si que tiene razón el bloguero, ayuntamientos Ikea y cuatro por cuatro.
En cuarto lugar, y no menos importante, es que esto es el resultado de que simplemente somos tontos. Porque cuando esas situaciones, con la salvedad expuesta, se detectan, hay que modificar el sentido del voto. Y doblemente. Tanto para los que han incumplido las más elementales normas de sentido común despilfarrando, como para los que tuercen la Ley desde el Gobierno Central para asfixiar a ciudades y no dejarles renegociar deuda legítimamente.
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