Cuando una administración no respeta al ciudadano, ha llegado la hora de cambiarla.
Eso escribía esta mañana en mi twitter tras pasar una noche de esas que mi amiga la Munárriz llama “toledana”. Tres horas antes de mi habitual despertar, no dejaba de darle vueltas a un asunto del despacho. Unas pobres señoras a las que el Ayuntamiento de Pamplona les quiere tirar su casa, bajo la cobertura del Gobierno de Navarra, dentro del PSIS del TAV.
Una cosa es lo que te dicen en privado. Nos hemos equivocado, no os habéis podido defender, el Plan Municipal no contemplaba su derribo., etc… Vamos que tenemos razón.
Y otra lo que dicen que van a hacer. Que para Pamplona, no tiene ningún sentido esas viviendas ahí, y que las van a tirar sí o sí.
Todo eso, a pesar de que a los técnicos del Gobierno, ni les molestan esas viviendas, ni tienen porqué comerse semejante marrón de la paralización de instrumentos de planeamiento. Vamos que en el fondo aunque les ganemos la batalla, la guerra está muy jodida.
Y eso es lo que verdaderamente me indigna. ¿Tenemos los ciudadanos la obligación de aguantar una administración que pisotea nuestros derechos?. No estoy hablando de los políticos, de momento. Sino de las estructuras administrativas aferradas al poder in illo tempore que se retroalimentan a si mismas, que hacen y deshacen a su antojo.
Desde hace muchos años la Administración es conducida por las mismas personas (todavía no he llegado al os políticos), por lo menos en su mayor parte. Tanto la municipal como la de la Comunidad Foral. Esto implica necesariamente un nivel de autocomplacencia y de compañerismo mal entendido, que a la postre termina vulnerando los derechos cívicos de los administrados.
Sin ir más lejos, antes de llegar al despacho me comenta un hostelero del casco antiguo la cantidad de pegas, de contradicciones de estupideces que le ponen para abrir su nuevo local. Que con la que está cayendo en España tengamos burócratas que por no hacer bien su trabajo estén todo el día que si píntame la fachada, que los cristales no sé cómo, que hay que tirar no se qué. Coño, léase el proyecto que es lo que usted me ha aprobado.
Que ese señor crea empleo y estable. Da un servicio y de calidad, mejora la imagen de la ciudad y de la comunidad.
Y luego, cuando te topas con este tipo de gentes, si quieres hablar con el político, muchas veces, espérate sentado. Vamos, eso en el mejor de los casos. Que a mí me ha pasado que te lo echan encima con esas cuestiones tan habituales en la política de los intereses económicos y otras lindezas.
Por eso creo que cuando una administración no respeta al ciudadano, ha llegado la hora de cambiarla.
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